viernes, 12 de junio de 2009

EL OCASO DE LAS BESTIAS


-¿Hacia dónde se escapó el tiempo? – Pregunté a los cielos que orlaban de anaranjado los confines de aquella planicie muerta.
Nada. Ni un murmullo. Sólo el silencio absoluto de un mundo que agonizaba entre la espera y las lágrimas secas de los pocos habitantes que en él quedábamos.
Se habían acabado las noches con su luna y los días con el sol que yo había conocido. Hacía frío pero no había con qué taparse. Recordé con nostalgia mis viejos abrigos gastados, aquellos que alguna vez había rechazado, y no pude comprender esa paradoja del destino.
Tenía los pies lastimados de tanto caminar sin encontrar nada. Cada llaga que sangraba era una batalla perdida, pero la soledad me asfixiaba y me obligaba a seguir aquella senda de desventuras.
Era en ese momento cuando el instinto de supervivencia me empujaba hacia una memoria que no debía perderse del mismo modo como se había perdido el mundo. Yo sabía que en algún lugar de la Tierra tenía que haber gente como yo, empeñada en la búsqueda desesperada que nos llevara a un reencuentro más allá del idioma, el color de la piel o el dios que adorásemos. Era algo muy superior a todo, más aún que la vida misma, porque sin esa necesidad de búsqueda simplemente no valdría la pena haber sobrevivido.
Atrapado en la soledad uno reconvierte la ignorancia de sus odios y mezquindades en una respuesta simple que lleva a repasar los días que perdimos por la necedad de nuestros actos, por jugar a ser omnipotentes, por no creer que la vida tiene límites pero no así la destrucción y la barbarie.
Pensaba con tristeza pero sin lágrimas, porque ya se habían evaporado junto a los millones de muertos que engrosaron con sus almas las huestes de los cielos. Pensaba como un ejercicio aleatorio pero necesario, con el único propósito de no repetir los mismos errores si alguna vez Dios y el Universo me regalaban la oportunidad de encontrarme con alguien.

De vez en cuando me sentaba para descansar y beber las últimas gotas de agua que había podido acarrear conmigo, pero con ellas también se iban las últimas gotas de mi aliento.
En otras oportunidades encontraba en mi camino trozos de vías y de vagones desvencijados, que en fantasmagórica formación se asomaban entre la tierra calcinada como parte de un osario irreverente, donde carcomidos letreros rememoraban el nombre de estaciones perdidas y hacían las veces de un epitafio que no hubiera tenido que ser. Rosario, San Jorge, San Francisco, Santa Fe y tantos más que mi obnubilada memoria ya no recuerda. Y allí yacente, como casi todo lo demás que me rodeaba, encontré la carcaza de una locomotora Diesel con su enorme humanidad carcomida por el óxido y el olvido.
Imposible no pensar en el tren. El tren, acortando distancias con la fuerza de un gigante mientras se escuchaba el traqueteo de la máquina sacándole chispas al metal de los rieles.
¡Quién pudiera volver a compartir un viaje con la gente, con mis hermanos del mundo!

Mis pensamientos se sucedían sin tregua en esperanzas vanas. Era entonces cuando más me dolían los pies y cuando más me sangraba el alma.
No recordaba el día del holocausto. Ni cuándo ni dónde, como si el tiempo se hubiera estancado en insólitas tumbas de milenios y las pasiones que dominaron una vez al mundo se encontraran dentro de un reloj de arena escurriéndose dentro de su celda de cristal atrapadas para siempre, como yo, a una vida seca.
¡Qué hubiera dado por ver nuevamente un árbol, la magia verde de sus hojas, el olor embriagador de la madera, la dulzura de sus frutos! ¡Tantos que había! Si hasta vagaba con mi pensamiento entre aquellos bosques ausentes, disfrutando de su sombra imaginaria y sintiendo la brisa suave que se había escurrido un día entre las ramas crujientes por el gozo de la vida.
Imposible olvidarse de los pájaros. ¿Qué cielo los habrá recogido después del último día? Tal vez y sólo tal vez se hayan convertido en nubes de plumas que alimentan los sueños de los ángeles a la espera de que algún niño pueda nacer desde el vientre mártir de una madre como un Fénix resurgiendo de las cenizas de este infierno del que somos responsables.

¡Tantas cosas se perdieron en el campo de la arrogancia, que ni campos han quedado para que los labren mis manos, aunque sé que estando sola no podría hacer nada!
Con la impotencia de los locos caí de rodillas hundiendo mis uñas en la tierra y al instante brotó la sangre de mis dedos abonando la cuna estéril de un oasis perdido para siempre.
Grité, no de dolor porque la devastación había curtido mis carnes sino de rabia porque esa misma devastación no había podido curtir mi alma, y luego como en un rito pagano oré por los caídos, aunque nunca supe si mi plegaria había llegado a destino porque el viento que debía elevarla yacía estático en su lecho de sombras.
Con los ojos velados por los recuerdos seguí mi camino hacia la nada y al levantar la cabeza que llevaba gacha vi al hombre ¡Oh, hermano! Y por primera vez, después de aquella última noche, nos abrazamos para llorar las ausencias que ya eran fantasmas del pasado.

32 comentarios:

mari dijo...

¿y ahora tengo que poner un comentario? SI,tengo que hacerlo...

Esto es un mal sueño,una pesadilla si no hacemos algo sera una REALIDAD!!!Como digo siempre,el mundo es muy grande,con respeto cabemos todos y todos debemos respetar el planeta...

Lili,tu relato me proboca enfado ¿porque? creo que es por que AMO a la raza humana...

Besitos,AMIGA mia!!!!

PATSY dijo...

Tremenda denuncia social, cruda y descarnada. Tu relato es un grito pidiendo y esperando ayuda para que ese futuro no acontezca.
Muy bueno. Es hora de alzar la voz.
Un beso grande.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Cruda realidad Liliana, muy cruda.

Un abrazo, y muy real.

Liliana G. dijo...

Todos nosotros amamos a la raza humana Mari, pero no todos la respetan.
Y es por ese respeto que hago una llamada desesperada a la conciencia del lector.

Muchas gracias bonita, por tu comentario y tu sinceridad.

Un beso inmenso.

Liliana G. dijo...

Ése es el motivo de este cuento, que siga quedando en cuento y que nunca se haga realidad.
¿Denuncia social? Sí, lo es...

Un cariño grande Nirvana y muchas gracias.

Liliana G. dijo...

Tan cruda que me dio por gritarla Javier. ¿Por qué no?

Me quedo con tu abrazo muy real, gracias amigo.

Muchos cariños.

Unknown dijo...

La realidad es cruda aunque no la sepamos ver y cuando alguien,escribe,comenta o dice algo no se asimila,muchas cosas,de esa cruda realidad nos estan pasando,
con cariño

World Fantasy dijo...

HOLAAAAA BUENAS NOCHESSS HOY TE VISITO CON OTRA DE MIS CUENTAS.
ESTA NUEVA CASITA TUYA ESTA GENIALLLLL YA ME SUME PARA SEGUIRTE. ESPERO QUE VOS ESTES MUY BIEN Y DISFRUTES DEL FIN DE SEMANAAAAAAAAA GRACIASS POR TODO SALUDOS CHRISSSSSSSSSS

Liliana G. dijo...

Es verdad Eni, lo que pasa es que esa realidad asusta y por lo tanto algunos prefieren ignorarla, como si con eso la pudieran hacer desaparecer.
Gracias por tu comentario.
Muchos cariños.

Liliana G. dijo...

Mil gracias Chris, sos un ángel (intergaláctico, claro). Estoy re bien y espero que vos estés igual.
Que tengas un finde genial, amigo.

Rosario Robredo dijo...

Liliana precioso, me he encontrado hundiendo las manos en la tierra...
Eres una hechicera de las letras, las hilvanas con ojiva en seda, con brillo de oro.
Enlazo tu blog.

Besazos

Liliana G. dijo...

Muchas gracias Charo querida ¡qué hermosas palabras tan cargadas de sentimientos!
Un beso enorme y excelente fin de semana, amiga.

Linus dijo...

Descarnado relato sin duda alguna, pero con un final esperanzador donde desde la barbarie desatada por el hombre, surge la redención por el hombre mismo.
Ay, mi niña, como escribes...
Besos

Javier.S.H dijo...

Me da la corazonada de que nos salió una Reina de relatos, pero.... vaya, si eres tu!!. Lo que Mari y yo decimos LA REINA. Tengo contactos con el Ayuntamiento, (les debo dinero jajaja) en breve les diré que te hagan un Monumento o no les pago ni un euro. Un grito a la dignidad del ser humano que por desgracia cada vez está más lejos, pero nunca es tarde. Un abrazo de oso Liliana.

Liliana G. dijo...

Encantada de tus palabras Linus, es un gusto "escucharte".
Muchas gracias, amigo.
Un fuerte abrazo.

Liliana G. dijo...

¡Hoooolaaa mi Rey! ¡Qué gusto encontrarte por aquí! ¡Bienvenido!
¿Un monumento todito para mí? ¡Vaya piropo hombre! Me parece mejor que no le pagues un euro al Ayuntamiento, pues te cobrarán lo que le debés más el monumento mismo...
Mi querido niño, nunca es tarde, nunca... no lo olvides, palabra de Reina.
Gracias mil por tu visita y por tu divino comentario.
Otro abrazo de oso, que por aquí viene bien porque hace mucho frío.

Isabella López Muñoz dijo...

Es la cruda realidad, Liliana.
Pero es un bello relato, un bss de caramelo..

Liliana G. dijo...

Seguro Isabella, ya hemos comenzado la destrucción, veremos hasta dónde llegamos...
Gracias amiga.
Un beso inmenso.

Anónimo dijo...

¿Será el destino final de este mundo? Da la impresión que sí… pero espero equivocarme.
Un fuerte abrazo para ti.

MAJECARMU dijo...

..Un sueño nos paraliza(es el miedo de todos) premonitorio y desesperanzado..Al final una luz..

El espíritu vive en los seres y las cosas..recibiendo la fuerza primigenia del Creador..
..Que esa comunicación permanezca siempre..Es nuestra esperanza..!

Confiemos en el espíritu que nos mueve..y nos salva.

Gracias por estar alerta..
Un abrazo muy fuerte
M.Jesús

Liliana G. dijo...

Da la impresión que sí, Salvador, ojalá nos equivoquemos y éste sea sólo un cuento de ciencia ficción.
Muchas gracias por pasar.
Un abrazo muy grande.

Liliana G. dijo...

Precisamente esa luz, esa esperanza es la que nos mantiene alerta y nos anima a seguir caminando para seguir construyendo.
Gracias M. Jesús, siempre con tus atinadas palabras.
Un beso inmenso amiga.

Anónimo dijo...

Inquietante como mínimo, Lili, pero ciertamente el panorama se va pareciendo cada vez menos a una utopía.
Quizás estás descubriendo con tu relato lo que muchos intuimos pero nos negamos a aceptar.
Así y todo el lenguaje utilizado y la prosa poética que por momentos se lee, es impecable.
Besos y muchos cariños.

Marcos.

Anónimo dijo...

Tu escrito posa la palma de sus manos en los corazones, sin duda alguna.

Un beso muy grande para ti!

Liliana G. dijo...

Gracias Marcos, me gustaría recalcar que el relato obviamente no es una expresión de deseos sino una expresión de preocupación. No deja de ser una ficción y para que lo siga siendo debemos unir nuestras manos y aunar nuestros esfuerzos.
Un beso grande.

Liliana G. dijo...

Esa es la verdadera intención del relato Fiamma, que llegue.
Muchas gracias, amiga.
Un cariño enorme.

Charly T. dijo...

Conmovedor relato, Lili. Tratar de adelantarse a los acontecimientos de este tipo puede ayudar a cambiar la perspectiva de nuestras acciones...
Besos y cariños amiga.

Liliana G. dijo...

Ése es un buen punto Charly, ojalá que otros piensen del mismo modo. Es la única manera de poder cambiar las cosas...
Muchas gracias, amigo.
Besos.

princesa_ dijo...

Amar, respetar, querer..sentir.
Mientras todo eso no llene de pleno nuestros corazones la vida ni será buena ni nos sonreirá.
Muchas veces deberíamos pensar que somos lo que reflejamos.
Un beso reina!
Eres única...te quiere,tu princesa_

Liliana G. dijo...

¡Qué palabras tan reales, Pincesa! Nada tan cierto: somos lo que reflejamos. Ojalá nuestro reflejo nos devolviera siempre la imagen de los sentimientos más puros.
Gracias de todo corazón, bonita.
Un beso gigante.

Emma Núñez dijo...

Que nunca llegue Liliana, que nunca llegue... Tenemos poder para destruir, a la vista está, pero también lo tenemos para construir.
Un besote, sé feliz ;)

Liliana G. dijo...

Tenés razón Emma, ojalá usáramos siempre ese poder para construir, ése es el deseo de todos...
Gracias por estar, amiga.
Un beso grande.