miércoles, 12 de agosto de 2015

EL CRIMEN IMPERFECTO








Lo habían encontrado en la escena del crimen, ensangrentado, tembloroso y enroscado en un rincón. Cuando la policía lo detuvo, no dijo palabra, sus ojos querían decir mil cosas pero era incapaz de despegar los labios. El médico forense diagnosticó “estrés postraumático” y fue derivado a un hospital psiquiátrico hasta que pudiera contar cómo se habían desarrollado los hechos. El inspector Costa Mora arriesgaba hipótesis que se caían, indefectiblemente, por su propio peso. Pasaron los días y el sospechoso seguía sin hablar, con la mirada perdida en la nada y la boca cosida por el silencio. La esposa de la víctima no se cansaba de hostigar a Costa Mora, le exigía justicia, le pedía celeridad, necesitaba que el difunto descansara, decía, en paz. 
Al cabo de una semana, el inspector arrestaba a la viuda por el asesinato de su marido. Fue cuando averiguó que el sospechoso era el amante del hombre, lo único que pudo escribir, en un papel sucio, antes de suicidarse por amor.



Finalista de “Relatos Policíacos”Convocado por Letras con Arte – Agosto de 2015