sábado, 19 de febrero de 2011

LA CARTA

Sentado frente al monitor de la computadora, ensayó escribir una carta de amor. Las palabras pugnaban por trascender el frío plasma que les daba vida a través de un software sin sentimientos, simplemente porque el disco rígido era como un corazón de piedra, incapaz de crear una base de datos para prodigarle felicidad al hombre.
Lo intentó una, dos, tres veces… a la cuarta, se dio por vencido y apagó la máquina. Buscó papel y pluma, y recuperando su esencia, escribió la carta en un suspiro
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Seleccionado mes de octubre 2010, "El Escritor Errante"

viernes, 11 de febrero de 2011

SABOR A MAR

Siempre había soñado con realizar un viaje de placer, de esos tan promocionados en los anuncios que permanentemente bombardeaban la pantalla de su televisor, donde mostraban espléndidas playas recortadas sobre la costa de islas paradisíacas.

Trabajó duro durante años para regalarse ese crucero a través del Caribe, tantos, que muchas veces prescindió del descanso sólo por ganar un peso más que lo acercara a sus ilusiones. Finalmente, ese día se hizo realidad. Con el pasaje en la mano y el corazón saltándole del pecho, se dispuso a viajar.

Estas imágenes le venían a la mente como si fueran parte de una película sobrecogedora. Y posiblemente lo fueran. El hombre, a duras penas tenía fuerzas para abrir los ojos quemados por el pertinaz sol del trópico. Hacía tres días que flotaba en el océano en un pequeño bote salvavidas. Tres días de la tragedia. Tres días de ilusiones rotas para siempre.


Cuento preseleccionado en el Concurso "El Escritor Errante" (2010)

martes, 1 de febrero de 2011

METAMORFOSIS

No sé por qué me torturo pensando en el mañana, por qué desato los nudos de mi vida intentando que el destino no me esquive como tantas veces lo ha hecho y yo sucumba como un insecto en la telaraña de mis miedos.

Nací para ser mariposa, lo sé, lo palpito. Pero hoy, que sólo soy la impronta de una oruga, me arrastro en la incertidumbre por la ausencia de mis alas. Y en la longitud del futuro donde se agazapan los sentimientos vagos que alberga mi alma herida, dejo grabada para siempre la magia que me precede en el singular infinito de mi yo apasionado.

¿Será acaso que el presente me ahoga con su imperfección de desencantos, escondiendo en el ocaso los colores de esa mariposa nonata? ¿O será que en mi inconsciencia he matado otros capullos, creyendo que los ayudaba a despojarse de su lastre de penas encontradas? ¿Seré yo el asesino encubierto, sempiterno y hostil que amaga con destruir los caminos que aún no han sido hollados por los pasos del tiempo?

¡Qué torpeza la mía! Creer que puedo detener las manecillas circundantes de mi reloj imaginario, cuando apenas puedo erigirme en la mínima lumbre de la vida, y así, perdida en los laberintos de voraces tic tac, muero impune de impulsos vanos. Ahora sé, que del vientre estéril de mi ignorancia no pariré orugas ni mariposas, pero sí el sortilegio de un sueño.