La tormenta había amainado cuando Pablo terminó de leer el
libro. La paz lo invadió por completo, la guerra había quedado recluida entre
las extraordinarias páginas. Tolstoi descansaba en la eternidad de los
renglones.
Mención de Honor de Cuento Metaliterario Hiperbreve Concurso Internacional de Microficción “Garzón
Céspedes” 2012