Subió,
subió y subió. Cuando llegó a la cima, se aproximó al borde y miró hacia abajo;
veía a la gente minúscula y vulnerable. Cuando tuvo que bajar, encontró que
aquellos puntitos que había visto desde las alturas eran tan grandes como él, y
más todavía, porque estaban revestidos de humildad.
Fue entonces que el Ego, se percató de que
siempre había notado la paja en el ojo ajeno.
Microrrelato ganador del 1º Premio del Certamen Fundación Arte por un Mundo Mejor. Bs. As. Agosto de 2015