martes, 10 de enero de 2012

EL BUZÓN


El buzón de casa tiene una particularidad muy sugestiva: por la ranura donde se echa el correo, varios pares de ojos atisban al exterior. Esto me cohíbe a la hora de abrirlo para sacar la correspondencia, los ojos tienen lenguaje propio y me intimidan. Pero eso no es todo, cuando finalmente saco las cartas, ya fueron leídas, los ojos no respetan ninguna intimidad, además, parecen sonreírse ante mi desconcierto. Mañana cambiaré el buzón, no me importaría que se llenara de orejas, por lo menos ellas no violarán mi correspondencia… ¿o sí?

70 comentarios:

MAJECARMU dijo...

Liliana,tu microcuento es muy original,amiga.
A veces,sentimos esos ojos que nos miran...están en todas partes,en el árbol,en la ventana,en el ojo de la cerradura cuando abrimos la puerta.
Ojos que todo leen y todo saben,pero nosotros no podemos verlos...ellos son espíritus,que danzan a nuestro alrededor.
Mi felicitación y mi abrazo grande por tu maestría y buen hacer.
M.Jesús

Lapislazuli dijo...

Muy original microcuento, que nadie lea mis cartas ni mail, jaja Un abrazo

Marymar dijo...

Aaaaaaah, si encontrara mi buzón con ojos o con orejas me daría un ataque :)
Pero intuyo detrás de la metáfora, el intenso valor de preservar la intimidad, lo que nos pertenece y lo que debemos defender. Tu cuento me parece una genialidad más a la que nos tenés acostumbrados. ¡Felicitaciones!

Besos.

Rayén dijo...

Ojos y orejas hay en todas partes.Siempre esta latente la curiosidad, la necesidad de saber lo que hacen los demás.

Me gusto mucho tu escrito.No me gustaría tener un buzón con ojos y orejas je!.

Con cariño.

Charly T. dijo...

Este es uno de los cuentos más originales que te leí, pero además, es un cuento que pide a gritos ser interpretado entre renglones.
La defensa de la privacidad, esos "ojos y orejas" dispuestos a violar la correspondencia (o cualquier parte de nuestra vida). Lo que nos pertenece debe estar a salvo de miradas indiscretas y sólo salir a la luz con nuestro consentimiento.
Es un texto excelente.

Besos, querida amiga, cada vez escribís mejor.

David del Bass dijo...

Esta muy bien el blog, no lo conocía hasta ahora, me pasaré más a menudo a leerlo. Aprovecho para felicitarte el 2012, un saludo!!

tecla dijo...

Preciosa entrada Liliana, muy imaginativa. Es cierto que las bocas de los buzones tienen un algo de inquietantes.
Precioso.

Mónica Cristina Cena dijo...

Maravilloso relato! Ahora entiendo porque mis cartas llegan arrugadas: En mi buzón debe haber labios que besan cada una de las letras de los mensajes de amor...
Besotes, amiga!!!!

Alejo Z. dijo...

Será la paranoia que a algunos les transmite internet? Cartas con contraseña es la solución.
Un abrazo

Liliana G. dijo...

Así es en verdad, María Jesús, ese sentirse observado (no patológicamente, por supuesto) sino desde la incursión de tantos ojos ajenos, hace que nuestra intimidad personal y profesional tenga que estar muchas veces a la defensiva, puesto que los ojos que nos ven, no siempre interpretan lo que realmente queremos hacer y decir.
El cuento es una metáfora, pero creo que ha logrado acercarse a la cotidianeidad. ¿Verdad?

Muchas gracias, querida amiga, por tu siempre encantadora y positiva visión de la vida.

Un beso enorme.

Liliana G. dijo...

Ni las mías tampoco, Lapislazuli, a nadie nos gusta ser obsvados en nuestros propias circunstancias :)

¡Gracias!

Besos y cariños.

Liliana G. dijo...

No te quepa la menor duda de que a mí me pasaría lo mismo, Marymar. Sería para caerse de espaldas :)
Claro, que como decía en otro comentario, el cuento es sólo una metáfora sobre los metomentodo que nos acosan permanentemente y nuestro derecho a reclamar por nuestra privacidad.

¡Gracias, amiga!

Besos.

Liliana G. dijo...

¡Hola, Rayén! Es verdad, los ojos y orejas indiscretos, abundan. Hay que tratar de darles el espacio que ocupan: ninguno. De allí a que hayan aprovechado para meterse en el buzón :)

A mí tampoco me gustaría tener un buzón tan habitado, jajajaja (de hecho no tengo buzón).

¡Gracias!

Besazos.

Liliana G. dijo...

Sí, Charly, ese es el punto que quise resaltar en este cuento: el derecho a la privacidad, la incertidumbre de esos ojos y orejas al acecho, que si bien no deben importarnos, muchas veces nos incomodan.

Gracias, querido amigo.

Un beso grande.

Liliana G. dijo...

Hola, David, bienvenido.
Es un gusto que pases por este lugar, yo también iré por el tuyo, este intercambio siempre es positivo.

Muchas gracias y mucha suerte.

Feliz año :)

Un cariño.

Liliana G. dijo...

¿Verdad que sí, Tecla? A mí me da "cosa" meter los dedos por la ranura, jajajaja
Además, los carteros ya no son como antes, así tengas buzón (yo no tengo) pasan y tiran la correspondencia desde lejos y adonde caiga :)

Gracias, amorosa.

Besotes.

Liliana G. dijo...

¡Qué lindo, Persis! Por lo menos si te besan las cartas de amor es porque comparten tu dicha aunque no la revelen :)

Muchas gracias, querida amiga.

Un gran cariño.

Liliana G. dijo...

Un poco de eso hay, Alejo, yo no lo quería creer, hasta que me desparecieron de mi correo electrónico los únicos correos importantes que venían de un organismo público, todos los demás, están en su lugar. Tengo que admitir ahora que esto de hackear los buzones virtuales, es una realidad.

Que los ojos y orejas se queden en los buzones tradicionales, por lo menos es más simpático :)

Gracias. Un beso.

ZEDIECK dijo...

Después de leer tu original cuento, me fijaré qué hay adentro de mi buzón además de las cartas.
Me parece una muy bien lograda metáfora, con un trasfondo que nos alcanza a todos.
Felicitaciones.

Besos

Cinarizina dijo...

Hola Liliana, me ha gustado mucho tu microrelato, muy actual...Hoy, para muchos seres humanos, la privacidad se ha convertido en un problema sin solución, por todos lados hay un ojo humano o electrónico que nos vigila... ojalá esto obligara a muchos a ser mejores...no sé...Lo que si sé es que me gustó mucho tu escrito. Recibe un fuerte abrazo.

Linus dijo...

Qué difícil es preservar la privacidad hoy en día ¿verdad? Todos somos observados y escuchados, pareciera que no hay lugar donde no lo seamos.
Muy bueno tu cuento, Liliana, una metáfora simpática, llena de humor y buen tino.

Besos, maestra.

Antonio Misas dijo...

Es el Gran Hermano Liliana, claro que si. En mi Cuenta Corriente hay un empleado del ayuntamiento, otro de hacienda... y cuando ellos lo consideran, me retiran la cantidad de dinero que creen conveniente sin importarles si comeré o pagaré lo que debo.
En el trabajo me tienen localizado en todo momento con un GPS.
Nuestras vidas son el sustento de todos estos, su sensación de poder y dominio...
Es un magnífico cuento para dejar de ser ingenuos, si, y considerar el significado del precio de la libertad y de la intimidad.

Muchos besos

merche marín dijo...

La intimidad ante todo..precioso, Lili. Me ha seducido por completo esta página a la que todavía no había entrado.
Creo que tienes talento para esto pero no le des más valor a las orejas que a los ojos, que ellas también hacen de las suyas.

BESICOS, CORAZÓN.

PATSY dijo...

Menos mal de que yo no tengo buzón, bastante persecuta nos acosa por doquier como para que ojos y orejas nos sigan hasta casa. Este uento me parece estupendo, Lili, es un símbolo de nuestro tiempo.


Grande, Maestra. Besos mil.

Esilleviana dijo...

Sería posible que un par de orejas se encargaran de escuchar los lamentos y la dicha de las palabras que encierran las cartas del buzón?? en todo caso, me parece una idea de lo más original. Este relato está muy bien escrito y es un placer poder leer ideas tan buenas y creativas.

un abrazo
:)

Isabel Martínez Barquero dijo...

Cuánta imaginación derrochas en este micro, estimada Liliana. ¡Me ha encantado! Y a saber si las orejas son también unas fisgonas, jajaja.
Redondo.
Un abrazo y gracias por el disfrute.

P MPilaR dijo...

¡Uy!, Liliana: Puestos a parapetarse de indiscreciones, y sabido que 'hasta las paredes oyen', no sabría de qué guardarme más para dejar a buen recaudo mi intimidad, si de los ojos que todo lo ven, si las orejas que todo lo oyen, si las manos que toquitean toda la masa...jejejeje.
Este microcuento está indicadísimo para los tiempos que corren. Genial y ocurrente.
Un abrazo grande

Teresa dijo...

Lo malo es que con tanta tecnología no solo nos escuchan, sino que cualquier día sabrán lo que pensamos. Muy bueno el microrrelato.

Besos.

Liliana G. dijo...

Espero que en tu buzón sólo haya cartas ávidas de ser leídas por tus ojos, los únicos autorizados a saber su contenido :)

Muchas gracias, Zedieck, a veces, las metáforas nos dan grandes satisfacciones, a mí me divierten...

Besos

Liliana G. dijo...

Es verdad, Cina, nos sabemos observados y escuchados, y sin embargo no hacemos nada por ser mejores, nos contentamos con mostrar el poco esfuerzo que esto nos demanda.

Gracias, querida Cina.

Un beso grande.

Liliana G. dijo...

Si no conserváramos el humor, Linus, estos ojos puestos permanentemente en nosotros nos sacarían de quicio. Como mucho no podemos hacer, por lo menos saquémosle provecho.

Muchas gracias, amigo.

Besotes.

Liliana G. dijo...

Cuánta razón Antonio, esto del Gran Hermano se ha globalizado de tal manera que no admite fronteras de ningún tipo, con esto quiero decir, ni morales (estas menos que ninguna).
El precio de las acciones de la libertad han subido tanto, que se han disparado hacia las antípodas del hombre común, de nosotros, los ingenuos...

Muchas gracias, querido Antonio, me encantan tus acertadas interpretaciones a estas metáforas un tanto locas, divertidas y con trasfondo :)

Mil besos.

Liliana G. dijo...

¡Hola, Merche! Me da mucho gusto encontrarte en Cuentos ;)

Es verdad, uno se queja de los ojos, pero hay orejas que no se pierden de nada, jajajaja

Gracias, amorosa.

Un beso grande.

Liliana G. dijo...

Cuidado, Patricia, que ojos y orejas se filtran también por cerraduras, hendijas y agujeros, por lo menos si tuvieras buzón, estarían todos metidos allí y sería más fácil fumigarlos ;)

Gracias, nena.

Besotes.

Liliana G. dijo...

Hay de todo en esta vida, Esille, no me extrañaría en absoluto, pero me pregunto para qué le servirían a otro mis lamentos y mis alegrías, debo pensar que ese otro es un pobre desgraciado que no se puede prodigar los propios...

Muchas gracias :)

Besazos.

Liliana G. dijo...

Claro que lo son, Isabel, las orejas además de ser fisgonas son la mar de indiscretas, las auténticas correveidiles de la sociedad, jajajaja

Me alegro que el cuento te haya divertido :)

Besos y cariños.

//elojodelhuracan// dijo...

En los edificios lo tendremos difícil, si por cada piso hay como mínimo cuatro buzones, la cantidad proporcional de ojos y orejas nos taparán a todos, jejeje
Chistes aparte, me parece un micro sensacional, Lili, en él la imaginación y la inteligencia son dos baluartes.

Besos.

Liliana G. dijo...

¡Ay, pili! Si hasta visto de esa manera el relato resulta inquietante a más no poder. Si fuera así, lo único que podría salvaguardar nuestra intimidad sería el famosísimo "cono del silencio", del no menos famoso "Súper Agente 86", jajajaja

Si hemos extraído humor de ello, hemos hecho un gran trabajo :)

¡Gracias!

Besos y cariños.

Liliana G. dijo...

Eso sí que aterra, Teresa, entonces no tendríamos dónde guardarnos nada. Menudas situaciones se generarían... espero que para eso falte mucho :)

Muchas gracias.

Besotes.

Liliana G. dijo...

No me quiero ni imaginar, Jorge, ¡qué espanto! Jajajaja Me imagino semejante situación y se me pone piel de gallina :)

Nunca pensé que un cuento arrancaría tantas geniales conclusiones y fuera motivo del humor generalizado, estoy encantada.

Muchas gracias.

Besos, amigo.

Mary dijo...

No me vas a dejar de sorprender nunca,el dia que yo tenga un buzón así me hago cartera,para salvaguardar la intimidad de los corazones puros como el tuyo.

muuuuuak¡¡¡¡¡

Marymar dijo...

¡Abajo los buzones! De ahora en más, que pase el cartero y nos deje la correspondencia en la mano, jajajaja
La tecnología nos ahorra trabajo pero nos descubre ante el mundo. Qué cuento tan original Lili!!
Me encantó!!

Besos

Liliana G. dijo...

Vos tampoco me vas a dejar de sorprender con tus comentarios espontáneos, Mary, ahora lo único que faltaba era que te hicieras cartera, jajajaja

¡¡Gracias!!

Muchos besos.

Liliana G. dijo...

Ya quedan pocos carteros, aunque por estos lares todavía los hay. Es una pena, a mí me parece encantador el viejo sistema :)
Y con la tecnología, tratemos de usarla racionalmente, como el agua, tal vez somos nosotros los que nos mostramos demasiado...

Muchas gracias, Marymar.

Marcos dijo...

Inquietante este asunto de los ojos y las orejas, pero no más que lo que estamos sufriendo en carne propia.
Un cuento en sentido figurado que atrapa la esencia de esta sociedad que nos tapa con tecnología pero nos priva del valor de la intimidad.
¡Muy bueno!

Un beso enorme.

BiBliOpEquE dijo...

Vinimos a leer otro ratito...

Hoy nos quedamos a vivir en tus blogs, jiji

Un beso,

pancarta :-)

Chogüi dijo...

Bueno gente que siempre está pendiente de lo que uno hace, siempre hay ojos fisgones que no respetan la privacidad. Hay otro dicho por ahí que dice también: "Las paredes oyen", así que yo creo que con las orejas también estaríamos vigilados.
Bonita metáfora la que ilustra "El Buzón".
Un placer visitarte querida Liliana.

Abrazos.

Liliana G. dijo...

Un cóctel de humor e ironía justamente para graficar este presente de borrascas informáticas :)

Muchas gracias, Marcos.

Un beso grande.

Liliana G. dijo...

Peques queridos... ¡qué honor! :)

Muchas gracias por el regalo de sus presencias.

Un fuerte y cariñoso abrazo.

Liliana G. dijo...

Es cierto Chogüi, ese mismo dicho también nos es propio, creo que es patrimonio de la humanidad :)
Nada nos deja a salvo de las indiscreciones, pero por lo menos nos podemos reír de ellas...

¡Gracias, querido amigo!

Besos.

Juan Sin Nombre dijo...

Maravillosamente ingenioso, una muestra más de tu talento. Mensaje, humor y esa cálida ironía que pone las cosas en su lugar.
¡Grande, Lili!

Besos

Nada sé dijo...

Vine para ver quien habia escrito el comentario en recomenzar y me he encontrado con una poetiza
Mis respetos y admiracion.

Ramon Bonachi dijo...

Pero de donde te sale tanto talento , un fuerte abrazo y felicidades por tu trabajo

PACO HIDALGO dijo...

Pues sí, Liliana, cambia el buzón, los ojos hieren y violan más la intimidad que las orejas, no? Al menos, a mí me lo parece. En todo caso, ten cuidado con tu alrrededor. Besos desde España

Anónimo dijo...

Tu opinion es muy importante que hubieras hecho si yo me hubiera cruzado en tu camino?

Liliana G. dijo...

Hay cuentos que quizás tengan "técnicamente" todo lo necesario para ser buenos, pero si les falta el humor o el mensaje, siempre me parecerán incompletos, por eso trato de que a los míos nunca les falte alguno de esos elementos ;)

Mil gracias, Juan.

Un besote.

Liliana G. dijo...

Hola, Marco, es un gusto que hayas pasado a ver quien era, las poetas también solemos ser gente común :)

Muchas gracias por tus respetos y admiración, es un gran cumplido. Aquí estaré cada vez que tengas ganas de visitarme.

Un cariño.

Liliana G. dijo...

No digas nada, Ramón, pero a veces son los duendes que me dictan sus ideas :)

¡Mil gracias, sos un cariño!

Besos.

Liliana G. dijo...

Por suerte no tengo buzón, Paco, el cartero me deja las cartas en mi porche. Pero sí que los ojos son inquietantes, más que las orejas, aunque a estas tampoco les tengo confianza, jajaja

Gracias, Paco.

Un beso porteño.

Liliana G. dijo...

Hola, Leonardo. Difícil pregunta la que me has planteado, porque para saber qué hubiera hecho yo, debía haberte encontrado, conocido, escuchado... de allí en más podría barajar mil posibilidades.
Pero la única referencia que tengo es tu historia, la que acabo de leer, y para serte sincera, no me hubiera arriesgado a ser un experimento más, me gusta sentirme diferente del resto... aunque no lo sea :)

Bienvenido a Cuentos, esta puerta queda abierta para recibirte cuando gustes.

Un beso.

Kiki Nikon dijo...

Si a mí me pasara eso, creo que pondría el buzón en venta, con ojos, orejas y cuanta alimaña haya adentro, jajajaja
¡Muy bueno, Lili! El cuento es gracioso y hace pensar. Un lujo.
Muchos cariños

Rosario Robredo dijo...

Hermosa entrada Liliana, tu microrelato escrito con humor, nos recuerda lo indefensos que nos sentimos hoy ante la falta de privacidad.
Un gusto leerte.

Un besazo

Mont Blanc dijo...

Vengo de la Blogoteca, tienes un espacio precioso, me encantan tus cuentos y el estilo que llevas. Éxitos.

Liliana G. dijo...

Me da gusto que el cuento te arranque una sonrisa y una reflexión, no puedo pedir más :)

¡Gracias, Kiki!

Besotes.

Liliana G. dijo...

Es verdad, Charo, nos sentimos indefensos, y además, llenos de impotencia por no poder resguardarnos del entorno...

¡Muchas gracias, querida amiga!

Un beso gigante.

Liliana G. dijo...

Bienvenid@ Mont Blanc, muchas gracias por tu visita y por tus elogios. El éxito es habernos cruzado :)

Un abrazo.

Flor dijo...

Sonreí al leer tu microcuento. Muy bueno. Pero te doy un consejo no dejes que se llene de orejas, no sabes que las paredes tienen oídos? Y las orejas pueden transmitirles tus secretos? LLenala de flores y sentiras como las cartas salen perfumadas como si fueran todas cartas de amor.

Besitosssss!
Flor

Liliana G. dijo...

Noooo, nada de orejas tampoco, Flor, son tanto o más indiscretas que los ojos. Tu idea me encanta, llenaré el buzón de flores, las cartas perfumadas tienen el sabor de la aventura :)

¡Gracias!

Besotes.

GarlaKat dijo...

La comprendo perfectamente, yo no tengo un buzón pero a la puerta de mi departamento le sucede lo mismo. Tiene ojos y orejas, pendiente de lo hago y digo. Me siento liberado, pues creía que estaba enloqueciendo, ya veo que no, estas cosas suceden.
PD: Estoy convencido que son mis vecinos que se han mudado a la puerta, tal vez le suceda lo mismo a su buzón.

Liliana G. dijo...

Claro que es cierto, ahora no sólo las paredes oyen y también ven, sino que todo se confabula para que no nos sintamos a salvo ni en nuestra propia casa.

P.D.: Es de lo más común que los vecinos se muden a nuestra puerta, y también de lo más molesto, por supuesto.

Besos, Garla.